El modelo de 125cc más especial fabricado en serie hoy en día



En casi cualquier aspecto de la vida, siempre he valorado especialmente a todo aquello que se sale de la norma establecida. Luego, ese algo (puede ser un acto, un argumento, una idea, una estética, un producto…) podrá parecerme mejor o peor, podrá gustarme más o menos, pero creo que existe un valor intrínseco en aquello que es diferente, en lo que va a contracorriente, en lo que aspira a ser único e inconfundible.

Volviendo al mundo de las motos… creo que está fuera de toda duda el mérito impresionante que tiene sacar al mercado un modelo como el que protagoniza el artículo de hoy: el Italjet Dragster 125. Probablemente, la moto del octavo de litro con más personalidad que se fabrica actualmente.


La verdad es que nunca me gustaron demasiado los scooters.

Aunque puedo apreciar la utilidad de estos vehículos, lo que siempre me ha tirado para atrás de estos vehículos es, sobre todo, la postura de conducción y el uso mayoritario de llantas demasiado pequeñas, que no me trasmiten ninguna confianza. Todo lo que lleve por debajo de 15 pulgadas de llanta me tira para atrás. Quizás podría admitir 14, pero aún así no me emociona.



Preferencias personales aparte, si bien está claro que el Italjet Dragster no se encuadra dentro de mis gustos por segmento de producto, sí me parece una obra de arte del diseño industrial y una de las motos más impresionantes que uno se pueda comprar. Además, el hecho de que se encuadre en la humilde cilindrada de 125cc lo hace aún más especial, pues cuando otros fabricantes crean un modelo que se sale de la norma, suelen ser productos para sus gamas más altas y, por lo tanto, muy caros.

No es el caso de este pequeño monstruito.

Este futurista modelo, al que casi podríamos calificar como el scooter de Terminator, por su chasis multitubular 100% al desnudo, sus líneas afiladas y deportivas, o la profusión de piezas mecanizadas por todas partes, hacen que parezca que esté diseñado para ir al ataque desde el primer segundo en el que te subes a él. Destila eficacia en cada centímetro y su apariencia es musculosa, radical y agresiva.

¿Hacen falta más ingredientes para ser tener un éxito absoluto de ventas? Probablemente, no.



Sin embargo, a todo lo anterior aún le suman soluciones técnicas tan vanguardistas como un tren delantero gestionado por un espectacular basculante monobrazo de aluminio, o datos técnicos tan asombrosos como un peso en seco de tan solo 108 kg, digno de récord, lo que le impulsa a una velocidad máxima declarada de 125 km/h.

Eso sí, no sé si me gustaría ir a esa velocidad en un modelo de estas características, pero ahí está la potencia por si la necesitas.



El diseño de todos y cada uno de los componentes de este modelo (desde los protectores de manetas, que contienen los intermitentes led; hasta el asiento o el subchasis, pasando por la suspensión delantera, controlada por un amortiguador central, tumbado bajo tus piernas…) es todo una maravilla del diseño. Realmente no hay nada igual ni remotamente parecido. Me quito el sombrero ante los señores de Italjet.

Desde luego, si me sobrara el dinero, me compraría uno aunque sólo fuera como obra de arte.

Pero Italjet no es en absoluto una marca nueva en esto de fabricar modelos peculiares. Cierto es que ha estado unos cuantos años fuera del mapa, pero ya a finales del siglo XX nos regaló otro vehículo único, muy transgresor en su día, como fue el Formula 125.

Éste, además de incorporar también una suspensión delantera alternativa, equipaba ¡un motor bicilíndrico de dos tiempos! Incluso tenía doble salida de escape de serie, algo inédito.



Era un bicharraco muy exclusivo de aquella época, al que ningún otro rival pudo presentar batalla, y corría como probablemente no ha corrido (ni correrá jamás) un scooter 125. Posiblemente, más de lo razonable para un vehículo así destinado a todos los públicos.

También por la misma época se lanzó al mercado el primer Dragster, antecesor del actual, que también resultó muy rompedor en sus formas a todo lo conocido, como puedes apreciar en la foto inferior.




Por desgracia, y pese al carácter innovador de la firma, parece que la transición al siglo XXI se le atragantó un poco a la marca italiana y acabó desapareciendo del panorama motociclista durante un buen montón de años. Sin embargo, hay que decir que los afortunados poseedores de estos modelos hoy tienen auténticas piezas de colección muy cotizadas de segunda mano.

Finalmente, en 2018, veinte años después del lanzamiento del primer Dragster, Italjet resurgió de sus cenizas con el anuncio del sucesor de aquel rompedor modelo.

Finalmente, el renovado Dragster 125 se lanzó al mundo en este convulso año 2020, al límite de los 15 CV (14,9 exactamente) y con toda la artillería que puedes ver en las fotos, por tan solo 4.100 €. Si nos paramos a reflexionar sobre esa cifra (extremadamente contenida, teniendo en cuenta todo lo que nos ofrece), podremos extraer conclusiones contundentes sobre los exagerados precios de la competencia.

Hay que mencionar que existe también una versión de 200cc con 20CV, que puede ser también muy tentadora para quien tenga el carnet A2.




Desgraciadamente, la producción para esta temporada se limitó a 500 unidades y todas se liquidaron hace mucho tiempo ya, igual que ocurrió con otra destacada de la categoría este año: la Leonart Pilder.

Podéis estar seguros de que esta maravilla, por su producción limitada, sus acabados de lujo y su exquisito diseño, valdrá su peso en oro dentro de unos años.

De momento no se sabe nada de la hornada destinada a 2021, pero es de suponer que la habrá, dado el éxito absoluto del lanzamiento. Yo, por mi parte, aunque no es el tipo de moto que me compraría nunca como usuario, no puedo hacer otra cosa que celebrar la existencia de marcas que se atrevan a hacer cosas así: con carisma, radicales, extravagantes si quieres verlo así, pero diferentes al fin y al cabo.

Gracias, Italjet, por vuestra valentía y por sacarnos del aburrimiento.


Pablo Ortiz
akiramotos.com